Botones por el suelo 3
Estos últimos días he estado leyendo El querido hermano de Joaquín Pérez Azaústre. Es más de lo mismo: se centra demasiado en los aspectos políticos relacionados con Manuel Machado y su hermano y poco en lo poético. Aun así, se deja leer. Y me ha servido para releer poemas de Manuel y seguir encontrando joyitas, como el verso «Llegar, ¡quién piensa! Caminar importa» del poema «En el peregrinar del peregrino», que tuvo bastante éxito en #HoyUnVerso y que se convirtió en el verso de la semana del boletín. Y todo el proceso me ha aportado esta simpática conversación por WhatsApp en casa:
ELLA (ajena a la poesía, pero que se pone a investigar sobre Antonio Machado): Concha Espina escribe cosas de Machado (amor secreto).
YO (en respuesta y haciéndome el interesante): Justo tuve su libro de poesías el otro día en casa.
ELLA: Lo vi.
ELLA: Me fijé porque Concha Espina es antepasada de María Pombo.
También he leído muchos poemas de Josep M. Rodríguez, un autor al que conocía al menos de La inteligencia y el hacha, antología de Luis Antonio de Villena en Visor sobre la generación poética de este siglo, y de Las mejores palabras, antología de poemas de ganadores del Premio Alarcos. Todo vino porque estuve investigando por internet y descubrí otro buen poema suyo, «Veintisiete de abril», que no tenía en ninguno de los libros mencionados. Como para poder compartir poemas en redes me gusta tenerlos en papel, hurgué por Iberlibro y encontré a buen precio dos de sus poemarios: Raíz, en el que está ese poema, y Arquitectura yo, todo en Visor. Entre lo mejorcito suyo que he encontrado, está el verso que compartimos en #HoyUnVerso:
(El coral, sin el agua, es solo arbusto)
Para seguir con el apoyo al libro de poesía medieval que Emilio Jaramillo está preparando, he estado leyendo el libro Locus amoenus, una recopilación de la poesía medieval de la península Ibérica en todas las lenguas (latín, árabe, hebreo, mozárabe, provenzal, galaicoportugués, castellano y catalán). Pese a que da una buena panorámica de lo que había, después de cerca de 700 páginas habré apuntado como buenos dos poemas y no muchos más versos. Cuesta encontrar poesía de verdad en este tipo de selecciones. Aun así, por no ser tan negativo, aquí hay uno de esos bonitos poemas que he seleccionado, la cantiga de Juião Bolseiro que empieza «Aquestas noites tan longas», aquí traducida al español:
Estas noches tan largas
que Dios hizo en mal día,
por mí, porque no las duermo,
¿y por qué no las hacía
en el tiempo en que mi amigo
solía hablar conmigo?
Porque Dios las hizo tan largas,
no puedo yo dormir, cuitada,
y tan grandes como son
las quisiera yo otra vez,
en el tiempo en que mi amigo
solía hablar conmigo.
Porque Dios las hizo largas,
sin mesura desiguales,
y en ellas dormir no puedo,
¿por qué no las hizo iguales
en el tiempo en que mi amigo
solía hablar conmigo?