calambur

Recurso por el que una secuencia admite otra lectura segmentándola de forma diferente: «Entre el clavel y la rosa, su majestad escoja» («su majestad es coja»).
El llamado calambur es un recurso no demasiado poético, aunque sí vistoso. Consiste en presentar una secuencia que se puede leer de otra forma, como en el famoso «Entre el clavel y la rosa, su majestad escoja», que se puede leer «Entre el clavel y la rosa, su majestad es coja», y que habría escrito Quevedo en referencia a la cojera de la reina Isabel de Borbón, primera esposa de Felipe IV.
 
Se suelen citar también calambures como el de «diamantes que fueron antes / de amantes de su mujer», del conde de Villamediana, o el de «Con el pico de mis versos / a este Lopico lo pico», de Góngora en referencia a Lope de Vega. Otro caso conocido es el del principio de la primera égloga de Garcilaso: «El dulce lamentar de los pastores», que algunos dicen que se puede leer como «El dulce lamen tarde los pastores».
 
Se comparte mucho en redes un calambur de un poema del mexicano Xavier Villaurrutia (1903-1950), que juega con «mi voz que madura» y sus diferentes posibles lecturas («mi voz quemadura», «mi bosque madura», «mi voz quema dura»).
 
También hay dobles interpretaciones basadas en el calambur en la música, como en «Del árbol una hoja seca yo», de Mi enfermedad de Los Rodríguez, que se puede entender como «Del árbol una hoja se cayó». Y, sobre todo, encontramos calambures en el rap y el friestail, como en esto de Blon: «Es Babi, el papito, pero pa pito el mío». O el que cita Juan Romeu en Silvia no rima con nada de EMEGÉ en Red Bull Batalla: «Eres un cabestro feo; en la batalla […] nunca ves trofeos». ¿Se ve?
 
El calambur es además muy útil para adivinanzas como en la que empieza «Este banco está ocupado» (la respuesta final es «Esteban») o en «Oro parece, plata no es» («plátano es»). También en chistes como el de dos que están en un avión y uno sube el maletín y otra lo baja, a lo que él dice: «Debemos estar los dos chiflados porque yo lo coloco y usted lo quita« ( «yo loco loco y usted loquita»). Sin olvidar lo de ocultar partiendo en nombre y apellido una frase graciosa, lo que hacía Bart Simpson llamando por teléfono: «Benito Camelas» y compañía.
 
Y el calambur también es típico de los llamados albures, en los que, por ejemplo, se dice una extraña palabra (como padalustro, crotolamo, obo o permatrago) para que otro pregunte qué es eso consiguiendo que ese «qué es» sumado a la palabra forme una pregunta graciosa, generalmente con connotaciones sexuales, como en «¿Qué es padalustro?» («¿Qué espada lustro?»), «¿Qué es crotolamo?» («¿Qué escroto lamo?»), «¿Qué es obo» («¿Qué sobo»?) o «¿Qué es permatrago?» («¿Qué esperma trago?»). O, algo similar, cuando alguien pide que se conjugue el verbo dimicular para que otro responda «Yo dimiculo» («Yo di mi culo»).
 
Como veis, hay calambures por doquier. ¿Conocéis algún ejemplo más? ¿Os animáis a inventar alguno?

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